- Tu empresa ha sufrido pérdidas financieras debido a eventos imprevistos en el pasado.
- No tienes una política de gestión de riesgos formalizada.
- No tienes una visión clara de los riesgos a los que está expuesta tu empresa.
- Tu empresa está en una fase de crecimiento rápido y necesita proteger su rentabilidad a largo plazo.
- No tienes una estrategia en campo para transferir o asumir los riesgos que no pueden ser eliminados.
- No tienes un sistema en place para medir y evaluar los riesgos.